Kent (Reino Unido) - Para regalar a su familia un último día especial, una madre recogió a su hijo del colegio antes de tiempo.

Para muchas personas, los perros son algo más que mascotas: son su familia. Cuando nos dejan, dejan un vacío enorme.

Eso es lo que les ocurrió a los Hopper de Inglaterra. A su perro Buddy no le quedaba mucho tiempo de vida.

"Lo compré cuando tenía ocho semanas, por San Valentín", cuenta Natasha Hopper a Newsweek. "Le encantaba salir al prado y perseguir a los pájaros e incluso balones de fútbol cuando jugaban los niños".

Natasha compartía una relación especial con Buddy. "Se tumbaba al final de mi cama, pero siempre venía y se enterraba bajo las sábanas toda la noche", dijo.

Con sus hijos ocurría algo parecido. Buddy parecía saber instintivamente cómo comportarse con ella. "Mi hijo es autista y siempre que tenía un ataque, el perro estaba a su lado", cuenta Natasha.

Buddy fue un miembro muy querido de la familia durante más de una década, pero en Navidad Natasha se dio cuenta de que se ponía enfermo y no podía comer.

Natasha lo llevó al veterinario , que le hizo un análisis de sangre. Unos días después, una ecografía confirmó sus peores temores: Buddy tenía cáncer.

Le descubrieron un gran tumor en el bazo. Los médicos dijeron a la dueña del perro que podían operarle y extirparle el tumor, pero que "probablemente ya estaba en otra parte". Una operación sólo retrasaría lo inevitable.

"Decidí recoger a mi hijo del colegio temprano", cuenta Natasha. "Fuimos a McDonald's para que Buddy se comiera una hamburguesa y luego nos fuimos a la playa. Durmió en el coche todo el camino de vuelta y recibió todas sus golosinas y mimos favoritos en casa".

En su canal de TikTok "tashalouise_95 ", la inglesa compartió los mejores momentos del día y sus esfuerzos por crear un gran recuerdo con su familia.

A la mañana siguiente, llevó a Buddy al veterinario. "Fue la decisión más difícil que he tenido que tomar, pero la correcta para él", dijo. Desde entonces, la familia llora la pérdida de su perro. "Mi hijo está muy afectado y le cuesta superarlo", explica Hopper. "Mi hija es demasiado pequeña para entenderlo del todo. Todavía cree que va a volver a casa".

Por encima de todo, Natasha se alegra de que hayan podido pasar un último día juntos.

"Cuando estábamos en la playa y Buddy se interpuso entre los niños y yo, mostrando su verdadera faceta protectora, supe que estaría a nuestro lado para siempre, y mis hijos siempre hablarán de ese día".